“Estar coacheado”… ¿valor o disvalor?

Por Ing. Máster Coach Ontológico Daniel Rosales

 

Estamos en época de elecciones políticas y, a diario, escuchamos en los medios de comunicación, expresiones tales como: “tal político está muy coacheado, no es él”, “los participantes del debate fueron tan coacheados que parecían autómatas”, “deberían animarse a hablar por sí mismos y no a través de un coach”.

Los seres humanos vivimos en mundos interpretativos, lo que implica que sobre un hecho determinado podemos tener diferentes miradas, opiniones, juicios. Esas interpretaciones no señalan verdades, sino puntos de vista que, por tanto, son propios del observador que es quien constituye realidades particulares para quien las emite. Así como el tremendo avance de la tecnología ha generado innegables beneficios para la humanidad, también es observable que quedamos inmersos en un bombardeo de interpretaciones que, por repetidas, no implican ni revisten carácter de “verdad”.

Decidí sumarme a las reflexiones de un querido y respetado colega, Alejandro Marchesán, en su cuenta de IG donde, desde donde similar preocupación a la que expongo en este artículo, manifiesta claramente: “Eso…no es coaching, menos aún Coaching Ontológico”.

Efectivamente, y en el ánimo de evitar interpretaciones que, al menos, son confusas, lo que reciben los políticos es un entrenamiento cuasi actoral que pone el énfasis en la “conveniencia o inconveniencia” del uso de determinados términos, gestos, expresiones emocionales, como así también sobre cuáles temas le abren mayores posibilidades de mejora en lo que hace a su imagen personal. Insólitamente, luego los medios juzgan, cual competencia deportiva, quien fue el ganador o el mejor posicionado al final de un debate. Ya no importarían las ideas, sino los gestos…

Hace 23 años que me dedico al Coaching Ontológico Profesional y, desde esta perspectiva, que se apoya en un profundo enfoque filosófico, asisto a personas, profesionales, empresas y equipos en procesos de aprendizaje y transformación cultural que les posibilitan modificar creencias limitantes, diseñar futuros, gestionar emociones y disposiciones corporales. Estos procesos de aprendizaje no se basan en repeticiones de conductas aconsejadas. Quien recibe coaching ontológico (coachee) es quien establece qué necesita lograr en términos de metas y hábitos comportamentales, es quien distingue los recursos lingüísticos y de gestión emocional-corporal que requiere para lograr lo que quiere lograr y acciona comprometidamente para cerrar la brecha “donde está-dónde quiere estar”.

El coach ontológico profesional no juzga ni aconseja, está entrenado para que sus preguntas vayan acompañando el compromiso del coachee en su aprendizaje y transformación personal o grupal.

El profesional del Coaching Ontológico se forma en una carrera de dos años de duración, mediante escuelas y programas que cuentan con el aval nacional e internacional de la AACOP – Asoc. Argentina e Internacional de Coaching Ontológico Profesional, entidad fundada hace 23 años que establece los estándares formativos más altos en el mundo para esta profesión. El SECOP – Sistema Ético del Coaching Ontológico Profesional, se constituye en protector del comportamiento ético.

¿Qué hace que la demanda de esta profesión sea creciente y constante desde hace más de 25 años?. Claramente el valor positivo que las empresas, organizaciones, equipos y personas reciben para aprender nuevas interpretaciones y posibilidades en temáticas como liderazgo, comunicación inter e intrapersonal, coordinación de acciones, cultura de compromiso, gestión de las emociones, manejo de conflictos, diseño de conversaciones productivas, entre las más requeridas.

La formación profesional de un Coach Ontológico le posibilita adoptar “una nueva manera de ser”, una nueva mirada del paradigma cultural en el que vivimos y que, desde lo que se denomina el Giro Lingüístico Filosófico, producido a mediados del siglo XX, ofrece nuevas perspectivas aportadas por pensadores de la estatura de Heiddegger, Nietzche, Austin, Searle, Wittgenstein, la mirada disruptiva que hace el biólogo chileno Humberto Maturana con su Teoría del Observador y el discurso de la Ontología del Lenguaje del también chileno Rafael Echeverría, sobre la base de los trabajos del Ing. PHD Fernando Flores.

 

 

 

 

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