Ing. Máster Coach Daniel Rosales
Los procesos eleccionarios desarrollados durante este 2023, están evidenciando un marcado descenso de la cantidad de personas que asisten a votar, ejercicio principal de la democracia. Se escucha, además, que nos comparamos con otros países donde el votar es optativo, como si esa posibilidad fuera valiosa.
Eso generó en mí la reflexión sobre cuál sería la motivación que llevaría a una persona a negarse a la posibilidad de ser parte del diseño de su futuro. Ser protagonista de generar los contextos que den vida a tu vida, o deambular por la vida en automático, dándole el poder a otros y dejando que las circunstancias a que decidan tu destino.
Y eso me llevó a una imagen de un tipo de personaje que, paradójicamente, es muy popular en las series y películas de estos últimos tiempos: el zombie.
Quien decide tomar las riendas de su porvenir y ser protagonista, alimenta con vida a la vida, la nutre de posibilidades, surgidas desde sus sueños y acciones declarativas de construir futuro, más allá de las circunstancias que puedan limitarlo, haciendo que el futuro “ocurra” en su capacidad de soñar e imaginar, creando realidades. ¿Acaso tiene la seguridad del logro antes de decidir y ponerse en acción? Obviamente no hay garantías de resultados al momento de elegir, aunque sí compromiso en seguir accionando, alimentado por su visión.
El zombie, en cambio, es un ser muerto que alimenta su muerte desde la vida de otros. No se hace responsable de crear vida, pues sólo necesita fortalecer su muerte, a costa del esfuerzo de los demás.
El camino reflexivo me llevó a comparar la dinámica señalada en la sociedad ante las elecciones, con la dinámica empresarial: hay empresas protagonistas y otras zombies. Es más, podría observar que aquellas están lideradas por líderes protagonistas y las últimas carecen de líderes, o sólo ejercen el liderazgo desde el autoritarismo. En presencia de líderes, las organizaciones se muestran dinámicas, vivas, en acción permanente, haciendo que las cosas pasen, generando contextos de confianza en el futuro, facilitando las relaciones entre sus colaboradores para que su accionar sea sinérgico, en pos de objetivos comunes. Las empresas protagonistas crean valor en el sector en el que se desempeñan, como consecuencia del accionar comprometido de cada una de las áreas que también van generando valor al interior de la organización.
Las empresas zombies carecen de líderes y le otorgan el poder de decisión a las circunstancias, van detrás de ellas. Los colaboradores desconocen el rumbo y la dirección hacia donde van, carecen de visión clara, comunicada y comprometida. No se observan acciones, sólo reacciones permanentes ante resultados no planeados. Alimentan su deambular tratando de “durar”, evitando decidir ante el miedo a la equivocación. El liderazgo, por ser autoritario genera gente operando desde la obligación, con su consecuente desgaste y desmotivación.
Toda elección supone riesgos y no garantiza el éxito. Reconoce la incertidumbre y acciona a pesar de ella, aceptando la posibilidad de error. No elegir pretende sacarse la responsabilidad de encima, enmascarándose en el descreimiento y la resignación, sin poder distinguir que “no elegir, es elegir que otros elijan”.
Y tú, ¿qué eliges?¿Empresa protagonista con líderes que diseñen futuro y hagan que las cosas pasen, o empresa zombie, que deambula buscando subsistir en un mundo que siempre va por delante?
Y tú, ¿qué eliges?¿Ser un protagonista de la sociedad en la que vives, eligiendo dentro del esquema democrático, o alimentar el hábito de que otros decidan por ti en base a sus propios intereses?
De ti depende: vida o zombie.